martes, 27 de mayo de 2008

Límite de responsabilidades

La necesidad de optimizar la actividad laboral, causada por una creciente y agresiva competencia en el sector de las artes gráficas está llevando a muchas empresas a especializarse en actividades y/o productos concretos y a abandonar aquellas tareas o prácticas que menos rentabilidad les proporciona. Parece algo normal o lógico en el madurar de una empresa el pasar por estas cribas productivas, pero no hay que obviar que la anteriormente mencionada competencia fuerza en última instancia estas maniobras empresariales.
En la empresa para la que trabajo hemos pasado por una profunda transformación que a lo largo de tres traumáticos años nos ha llevado a un punto de especialización muy definido. Esta especialización, como es lógico, nos aporta un mayor y mejor control sobre lo que producimos. Pero también nos descubre un sinfín de nuevos dilemas (no creo conveniente utilizar la palabra "problemas").
Os pondré un ejemplo de conflicto de responsabilidades. Nosotros nos estamos especializando en un sector productivo de la impresión offset el cual abarca una serie de productos que no veo necesario especificar. Para conseguir ser más competitivos, la gerencia de la empresa no escatima en inversiones tecnológicas, eso si, siempre muy bien meditadas. Esto se traduce en flujos de trabajo basados en pdf, sistemas de CtP, software de imposición y ripeo de ultima generación, etc... todo siempre con la vista puesta en dos objetivos muy claros: una alta automatización y un control absoluto sobre los resultados.
El tener una alta automatización supone poder reducir drásticamente los tiempos de preimpresión y reducir el porcentaje de error al mínimo (somos humanos), con lo cual se está en posición de abaratar costes en este sentido y ser, por tanto, más competitivos al ofertar. Aquí chocamos con un problema con el que llevamos toreando ya más de una década; la poca o nula prefesionalización de un alto porcentaje de empresas y/o trabajadores que conforman el gremio de los creativos. ¿La causa de este deterioro en el gremio?, no sabría hacer un análisis tan complejo, pero siempre se ha comentado que el acceso universal a la informática en la pasada década originó que cualquiera con un pc en casa se creyera diseñador. Yo he oído muchas veces esa típica frase de "eso lo hace mi hijo con su ordenador!".
Antes, cuando hacíamos las veces de fotomecánica, admitíamos cualquier formato de archivo y arreglábamos todo aquello que veíamos mal; rgb, sangrados, sobreimpresiones, etc... hacíamos las imposiciones y filmábamos los fotolitos. Esto originaba largas jornadas laborales y un sinfín de errores. Pero por aquel entonces los flujos de trabajo no eran lo que son y automatizar procesos en base al pdf estaba en fase embrionaria (algunos no sabíamos nada del tema). Ahora la cosa ha cambiado y se exige más al creativo que debe realizar un arte final para imprenta. Los estándares PDFX nos han aportado en este sentido un mayor control y nos han facilitado la obtención de pdf's aptos para su impresión. Aún así hay aspectos que dentro de un PDFX no están del todo amarrados. Hace unos días recibí de un cliente un pdf para imprimir un cartel. En dicho cartel había un gran texto negro sobreimpreso colocado sobre un fondo blanco y sobre una imagen al mismo tiempo. Cualquiera con un par de dedos de frente y unos mínimos conocimientos sabe lo que ocurre en estos casos. En este punto planteo la pregunta sobre la que versa este artículo: ¿es responsabilidad del creativo controlar este detalle concreto o es responsabilidad de la imprenta corregirlo?. Comentando esta anécdota con varias personas me encuentro con opiniones dispares, aunque sólo me voy a quedar con una de ellas, con la que podríamos abrir un interesante debate; "ese es un aspecto demasiado técnico para un cliente" me comentó una de esas personas.
Con esta opinión discrepo totalmente y alego que, si te planteas realizar un arte final para imprimir es tu deber formarte lo suficiente como para asegurarte de hacerlo correctamente, si no, dedícate a otra cosa.
Son muchas las carencias que sufren los creativos y que ocasionan gastos extraordinarios en la cadena productiva. Gastos que al final, en un alto porcentaje de casos, tienen que asumir las imprentas. No olvidemos que la hora de trabajo de un operario se ha de pagar de igual forma que pagamos a un mecánico, un fontanero, un médico, etc... Si no la paga el cliente, la tiene que asumir la empresa (imprenta), reduciendo el margen de beneficio, que si ya es ajustado os podéis imaginar. Y si por el contrario se decide devolver la incidencia al cliente para que este la solucione, te puedes encontrar con la, también típica frase de "... en la imprenta de "fulanito" nunca me han puesto tantos problemas"... (esto puede abrir otro debate, aún más espinoso).
Otro tema que desconocen en un alto porcentaje las agencias y los creativos es el de la correcta gestión del color. Entrar aquí supondría excederme demasiado, pero es otra causa de constante conflicto entre creativos e impresores.
Al hilo de lo que comentaba, para ser competitivos no se presupuestan horas de fotomecánica por que, en teoría, todo nos llega en pdf y nuestros fantásticos flujos hacen todo el trabajo. Pero eso siempre dependerá de que quien haga el pdf sepa lo que está haciendo. Quizá sea excesivamente crítico con la parte que me toca, pero hay una gran responsabilidad por parte de las imprentas en cuanto a la "educación" de sus clientes. Y en esto debemos remar todos en la misma dirección. Mientras no afrontemos firmemente y de la mano estos problemas, no se erradicarán y seguirán procurándonos pérdidas y dolores de cabeza. Soy consciente de que en un ambiente de feroz competencia se puede caer en el "todo vale", pero hay que mirar un poco más hacia el futuro, pararse en el presente y analizar si esa política nos beneficiará o perjudicará el día de mañana al conjunto del gremio de artes gráficas (pan para hoy...).

1 comentario:

krollian dijo...

Eso de lo que hbalas se llama hacer pedagogía.
Pero hay gente por ahí que exige mucho. Tanto como tan poco se exigen a ellos mismos.
Cuando asesoras a alguien a quien le interesa aprender te lo agradece. Y se nota en los siguientes trabajos.
Luego están los que pasan de todo.
Mis lemas son:

La chapuza permanece hasta que se arregla.

El trabajo es un 10% inspiración, 30% organización y un 60% sudoración.

Lo que no mejora, empeora.